La necesidad de alfabetización pornográfica en adolescentes y sus padres crece urgentemente

La necesidad de alfabetización pornográfica en adolescentes y sus padres crece urgentemente

La pornografía afecta a adolescentes desde los 12 años. Expertos abogan por una alfabetización pornográfica y diálogos abiertos con padres.

Emilio Juan Brignardello, asesor de seguros

Emimlio Juan Brignardello Vela

Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La pornografía se ha convertido en un tema candente de discusión entre académicos y padres, especialmente ante la creciente cifra de adolescentes que la consumen. Según un estudio reciente, el promedio de edad en que los jóvenes estadounidenses ven pornografía por primera vez es a los 12 años, con un alarmante 73 por ciento de los menores de 17 años habiendo estado expuestos a este tipo de contenido. Esta realidad ha llevado a expertos como Brian Willoughby, científico social de la Universidad Brigham Young, a abogar por una conversación abierta y una "alfabetización pornográfica" que permita a los adolescentes entender la diferencia entre la ficción y la realidad en el ámbito sexual. Willoughby observa que muchos padres aún se resisten a aceptar que sus hijos entran en contacto con la pornografía. Muchos intentan ignorar el problema o prohibir su consumo, una estrategia que, según él, no es efectiva en la era digital actual. “Puedes meter la cabeza en la arena y hacer como si no existiera, pero tienes que tener una comprensión realista de lo que ocurre,” advierte. Este enfoque pragmático resalta la necesidad de enseñar a los adolescentes a cuestionar el contenido que consumen, resaltando su naturaleza irreal y, en muchos casos, violenta. La pornografía en línea ha evolucionado desde las revistas de desnudos de antaño, que dejaban mucho a la imaginación, hacia un formato más explícito que a menudo incluye representaciones de violencia sexual. Un estudio reciente reveló que más de la mitad de los adolescentes que ven pornografía han sido expuestos a escenas violentas. Este tipo de contenido puede tener efectos perjudiciales, ya que presenta una imagen distorsionada de las relaciones sexuales y puede influir negativamente en las expectativas de los jóvenes sobre la intimidad. La necesidad de alfabetización pornográfica ha sido respaldada por investigaciones académicas que sugieren que, en lugar de evitar el tema, es vital que los adolescentes y sus padres conversen sobre lo que ven en la pornografía. Un artículo publicado en enero en un prestigioso diario médico enfatizaba la importancia de proporcionar un análisis objetivo del consumo de pornografía por parte de los jóvenes, así como estrategias para facilitar conversaciones constructivas entre adolescentes y adultos. Sin embargo, estas iniciativas no han estado exentas de controversia. La psicóloga clínica Emily Pluhar, coautora del mencionado artículo, ha enfrentado críticas por parte de quienes interpretan estas propuestas como una aprobación de la pornografía, cuando en realidad su objetivo es hacer frente a una realidad innegable. “Es un tema tan incómodo que nadie quiere hablar de él. Solo va a ir a peor,” advierte Pluhar, refiriéndose a la necesidad urgente de abordar esta problemática en un contexto donde las tecnologías avanzan rápidamente. La cuestión de si la pornografía es perjudicial o no sigue siendo objeto de debate entre investigadores. Beata Bothe, psicóloga de la Universidad de Montreal, señala que, aunque hay evidencia de que algunos tipos de pornografía pueden afectar negativamente el bienestar sexual, no hay consenso sobre el impacto general de la pornografía en la salud sexual de todos los espectadores. Mientras algunos estudios sugieren que ver pornografía de tipo romántico puede aumentar la satisfacción sexual, otros advierten que el consumo de pornografía violenta puede tener efectos adversos. El aumento del consumo de pornografía no ha sido acompañado de un incremento en la actividad sexual entre adolescentes. De hecho, un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades indica que la cantidad de estudiantes de secundaria que han tenido relaciones sexuales ha disminuido significativamente en la última década. Esto podría sugerir que los adolescentes, a pesar de estar expuestos a la pornografía, están eligiendo esperar más tiempo antes de involucrarse en relaciones sexuales reales. Willoughby enfatiza la importancia de establecer expectativas realistas sobre la sexualidad. Al hablar con adolescentes y padres, utiliza ejemplos claros de cómo la pornografía distorsiona la realidad, como la normalización del sexo anal sin considerar el dolor y el consentimiento que pueden estar involucrados. Su intención no es moralizar, sino ofrecer a los jóvenes las herramientas necesarias para que sus futuras relaciones sean saludables y consensuadas. A pesar de la resistencia que algunos padres sienten al abrir este diálogo, Willoughby sostiene que es fundamental hacerlo. “Los adolescentes van a mirar porno, hables con ellos o no,” dice. La clave está en tener una conversación que no solo aborde lo que ven, sino que también les ayude a desarrollar una comprensión crítica de este contenido. La alfabetización pornográfica no es solo una cuestión de educación; es una estrategia para empoderar a los jóvenes. A medida que la pornografía se vuelve más accesible y diversa debido a la tecnología, la necesidad de educar a los adolescentes sobre sus implicaciones se vuelve cada vez más urgente. Si la sociedad desea que los jóvenes sean consumidores críticos y responsables, es imperativo que se inicien conversaciones francas y abiertas sobre este tema que, a menudo, se considera tabú.

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