Emimlio Juan Brignardello Vela
Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En medio de un conflicto implacable, la situación de E.S., un hombre queer de 27 años y portador de VIH que vive en el norte de Gaza, epitomiza las angustiosas luchas que enfrentan muchas personas marginadas en regiones devastadas por la guerra. A medida que los ataques aéreos y las ofensivas terrestres continúan interrumpiendo la vida diaria, E.S. y su familia se ven obligados a navegar no solo los peligros físicos de su entorno, sino también las graves consecuencias de un sistema de salud en decadencia. Viviendo con su madre, una sobreviviente de cáncer, y su hermano menor en el barrio de Tel al-Hawa de Gaza City, E.S. ha sido testigo de primera mano del caos que estalla a su alrededor mientras la gente se apresura por conseguir los escasos suministros de ayuda. La constante amenaza de violencia ha dejado a muchos incapaces de salir de sus hogares para buscar lo esencial para la supervivencia. “Tenemos que conservar”, dice, subrayando la dura realidad de que todas las formas de medicación están volviéndose cada vez más escasas. La situación de E.S. es particularmente precaria debido a su necesidad de medicamentos antirretrovirales, específicamente tenofovir y el menos común lopinavir/ritonavir. Con la Clínica de Mártires de Al Rimal evacuada y ahora reutilizada para albergar a personas desplazadas, E.S. se ha encontrado sin acceso a tratamientos vitales. Informes de organizaciones como Glia indican que los medicamentos para el VIH han sido sistemáticamente bloqueados para entrar en Gaza, a pesar de las negaciones oficiales de las autoridades israelíes. Esta falta de acceso ha llevado a E.S. a una situación desesperada en la que ha comenzado a racionar sus pastillas, arriesgando su ya frágil salud. El costo emocional de vivir con VIH en un entorno así se ve agravado por el estigma social. E.S. comparte que su familia ha luchado durante mucho tiempo por aceptar su condición, temiendo la vergüenza que podría traerles. Este estigma no solo afecta su salud mental, sino que también moldea cómo navega su identidad en una comunidad donde ser queer está lleno de peligros. “Me gusta la ‘queerness’, representa mi deseo de ser libre y, como, fluido”, explica, reflexionando sobre su deseo de autoaceptación en medio de una adversidad abrumadora. E.S. recuerda las dolorosas experiencias de perder amigos y vecinos a causa de la violencia y lidia con el miedo de que su condición podría convertirse en una carga para su familia, lo que llevaría a una mayor aislamiento. Mientras lucha con su salud deteriorándose, es muy consciente de su vulnerabilidad en una región donde la atención médica es cada vez más escasa. Sus experiencias reflejan tendencias más amplias en la región, donde el acceso a la atención médica se ha visto gravemente interrumpido, dificultando que las personas reciban tratamiento oportuno para el VIH y otras enfermedades. El Ministerio de Salud de Gaza inicialmente se comunicó con los pacientes de VIH al inicio del conflicto, pero ahora, con una abrumadora falta de recursos y la destrucción de las instalaciones de salud, muchos se ven obligados a arreglárselas por sí mismos. E.S. describe las horribles condiciones en los entornos médicos improvisados donde se descuida la higiene básica y los trabajadores de la salud operan en circunstancias terribles. A pesar de los desafíos, E.S. ha mostrado una notable resiliencia. Comparte su historia no solo para llamar la atención sobre su situación, sino para abogar por un mejor acceso a la atención médica para otros en situaciones similares. Su viaje lo ha llevado de Gaza a los Estados Unidos y de vuelta, destacando las complejidades de buscar tratamiento en una región donde ser portador de VIH está estigmatizado y donde la atención médica a menudo es un campo de batalla. A medida que el conflicto se intensifica, E.S. sigue decidido a encontrar una manera de asegurar su medicación y mantener su salud. En desarrollos recientes, su médico ha logrado conseguir un suministro de tres meses de sus medicamentos tan necesarios, proporcionando un respiro temporal. Sin embargo, E.S. es muy consciente de que este alivio puede ser efímero. “Después de que esto se acabe, ABSOLUTAMENTE necesitaré encontrar otra manera de acceder a ellos”, advierte, subrayando la urgencia de su situación. La historia de E.S. es un recordatorio conmovedor de las crisis intersecadas de conflicto, salud e identidad. En un mundo donde el silencio a menudo equivale a la muerte, su valentía para hablar sirve como un faro de esperanza para muchos que comparten luchas similares. Se aferra a la creencia de que, incluso en medio de la desesperación, hay destellos de bondad y misericordia: actos de humanidad que continúan inspirándolo a él y a otros a seguir adelante frente a desafíos inimaginables.