Emimlio Juan Brignardello Vela
Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Durante el primer semestre de 2024, la mortalidad en España ha seguido una tendencia preocupante, consolidando a las enfermedades cardíacas como la principal causa de defunción en el país. Según los datos publicados este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), de las 223.278 personas que perdieron la vida entre enero y junio, un notable porcentaje se debió a patologías relacionadas con el sistema circulatorio y tumores, evidenciando una vez más los desafíos que enfrenta el sistema de salud español. Las enfermedades isquémicas del corazón se posicionaron como la causa más común de muerte, con 13.656 fallecimientos, seguidas de cerca por las enfermedades cerebrovasculares, que causaron la muerte de 11.675 personas. Este alarmante dato pone de relieve una realidad que afecta a una parte importante de la población española. A pesar de que la cifra total de fallecimientos ha disminuido en comparación con el mismo período del año anterior, la prevalencia de estas enfermedades nos recuerda la necesidad de implementar políticas de prevención más efectivas. En cuanto a los tumores, se observaron cifras preocupantes, especialmente en el caso del cáncer de bronquios y pulmón, que registró un incremento en los decesos, alcanzando las 11.677 muertes. Otros tipos de cáncer, como el de colon, también se mantuvieron en cifras elevadas. Sin embargo, es importante señalar que la disminución de muertes por ciertos tipos de cáncer en regiones como la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha sugiere que los esfuerzos en detección temprana y tratamiento están comenzando a dar frutos. Es interesante resaltar que, mientras las enfermedades respiratorias mostraron un aumento del 12% en las defunciones, las muertes por causas infecciosas, incluida la COVID-19, han disminuido drásticamente. La reducción del 26,8% en las muertes relacionadas con el virus ha llevado a que la COVID-19 ya no figure entre las 15 principales causas de defunción, un signo positivo en la lucha contra la pandemia. Esta tendencia puede reflejar una mayor inmunidad en la población, gracias a la vacunación y a la exposición previa al virus. La variabilidad geográfica en las tasas de mortalidad también es un elemento clave en este informe. Algunas comunidades autónomas, como Navarra y Cantabria, registraron aumentos significativos en las defunciones, lo que puede estar relacionado con factores socioeconómicos y del sistema de salud local. En contraste, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla destacaron por la reducción en el número de muertes, lo que podría indicar un enfoque efectivo en la atención sanitaria en esas áreas. Las causas externas de muerte también han presentado cifras alarmantes. Un total de 8.624 fallecimientos se debieron a accidentes y suicidios. Este último, con un 72,9% de las muertes correspondiendo a hombres, resalta la urgencia de abordar la salud mental en la población masculina, que a menudo enfrenta estigmas al buscar ayuda. Las caídas accidentales y los accidentes de tráfico se mantienen como preocupaciones significativas que requieren atención en términos de prevención y educación. A pesar de los avances en la medicina, la mortalidad por enfermedades como la demencia y el Alzheimer sigue mostrando un aumento preocupante. La demencia ha incrementado un 4,2% en comparación con el año anterior, mientras que el Alzheimer se mantuvo en una cifra elevada de 6.900 defunciones. Esto subraya la necesidad de un enfoque más integral en el cuidado de los ancianos y en el manejo de estas enfermedades crónicas, que no solo afectan a los pacientes, sino también a sus familias y a la sociedad en general. En conclusión, los datos del INE nos ofrecen una visión clara de los retos que enfrenta la salud pública en España. Aunque hay signos de mejora en algunas áreas, como la disminución de la mortalidad por COVID-19, es esencial que se redoblen los esfuerzos en la prevención de enfermedades cardíacas y tumores, así como en la atención a la salud mental. La colaboración entre las administraciones públicas, el sector sanitario y la sociedad civil será crucial para abordar estas cuestiones de manera efectiva y garantizar un futuro más saludable para la población española.