Emimlio Juan Brignardello Vela
Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La preocupación crece entre los funcionarios de Muface, la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado, ante la incertidumbre que rodea su futuro. Desde que el pasado 5 de noviembre la licitación para renovar el concierto con las aseguradoras privadas quedó desierta, un millón y medio de funcionarios se encuentran en un estado de angustia y desinformación. La incertidumbre se acentúa a medida que se aproxima la fecha límite del 31 de enero, cuando, de no alcanzar un acuerdo, los mutualistas podrían verse obligados a regresar al sistema de sanidad pública. Las declaraciones de algunos afectados son representativas de esta inquietud. Sandra Nombela, una maestra de primaria de 45 años que ha enfrentado un diagnóstico de cáncer, expone su malestar por la falta de información clara sobre qué sucederá con su cobertura médica. "Estamos en un limbo en el que nadie nos dice nada", afirma, mientras detalla sus múltiples citas médicas y la complejidad de su tratamiento. Para muchos como ella, la posibilidad de perder el acceso a su seguro privado significa un retorno a un sistema con cuellos de botella y listas de espera. La situación ha llevado a muchos funcionarios a cuestionar su futuro médico. Miguel Ángel García, un profesor de instituto con una enfermedad intestinal que requiere una operación, expresa su temor a que la falta de acuerdo prolongue su situación y limite su acceso a tratamientos oportunos. La angustia de estos funcionarios se ve exacerbada por la edad promedio de los mutualistas, que ronda los 57 años, con un 38,3% de ellos ya jubilados. Este envejecimiento de la población mutualista ha incrementado las exigencias de las aseguradoras, quienes arguyen que los costes de atención médica están en aumento. Mientras tanto, el Gobierno ha intentado reactivar las negociaciones ofreciendo una nueva licitación con un aumento de las primas hasta el 33,5%. Sin embargo, las aseguradoras aún consideran que esta propuesta no cubre el incremento en los costos que han experimentado. Este dilema ha generado tensiones dentro del propio Ejecutivo, con el Ministerio de Sanidad abogando por una integración de los mutualistas en la sanidad pública, mientras otros sectores del Gobierno buscan mantener el sistema actual. La creación de Muface en 1975 se diseñó como una solución para aliviar la carga de la sanidad pública, permitiendo a los funcionarios acceder a seguros privados. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente, y la sostenibilidad del sistema está en juego. Según un informe, el coste estimado del Estado por persona en la sanidad pública es de 1.608 euros, mientras que la prima promedio de Muface es de 1.014 euros. Esta diferencia de 594 euros ha sido un punto de discusión clave, poniendo de manifiesto la necesidad de revaluar el sistema. Ante este panorama, los sindicatos han tomado un papel fundamental en la defensa del mantenimiento de Muface. La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (Csif) ha movilizado a los trabajadores, organizando manifestaciones y amenazando con huelgas si no se llega a un acuerdo. "Es un derecho que tenemos los trabajadores del sector público", declara Rocio Díaz Conde, vocal de Csif, resaltando la importancia de la mutualidad como un medio para descongestionar la sanidad pública. Las voces de los funcionarios descontentos no cesan. Miguel Rodríguez, un funcionario de prisiones de 62 años, denuncia la falta de reconocimiento que siente al ser considerado un privilegiado por tener acceso a Muface. "He contribuido durante más de 30 años. No soy un privilegiado, simplemente he pagado por un servicio", manifiesta con firmeza, poniendo en la mesa una discusión más amplia sobre la equidad en el acceso a la atención médica. El dilema de Muface también resuena en aquellos que están cerca de la jubilación, como Concha Martínez, una profesora de 60 años. A pesar de su preocupación por el acceso a tratamientos médicos que necesita, también reflexiona sobre el privilegio que ha significado pertenecer a Muface. "La Seguridad Social debería gestionarse de otra forma, pero que cambie el sistema yo lo vería bien porque es un privilegio que hemos tenido toda la vida", confiesa, mostrando la complejidad de esta situación. A medida que se acerca la fecha límite, la incertidumbre entre los funcionarios de Muface se intensifica. La falta de comunicación clara y la ausencia de un plan de contingencia han dejado a muchos en un estado de ansiedad, cuestionando cómo proceder si se produce la desaparición del sistema mutualista. Mientras el debate sobre la viabilidad del sistema de salud pública se intensifica, la posibilidad de un trasvase de pacientes de Muface a la sanidad pública plantea preocupaciones adicionales sobre la capacidad del sistema para absorber a un millón y medio de nuevos usuarios. En este contexto, las próximas semanas serán cruciales no solo para el futuro de Muface, sino también para el bienestar de muchos funcionarios que dependen de este sistema. La presión sobre el Gobierno y las aseguradoras se intensificará, y la manera en que se resuelva esta crisis podría tener repercusiones significativas en el acceso a la salud de miles de personas. La expectativa de un desenlace positivo queda en el aire, mientras los funcionarios aguardan noticias que podrían determinar el rumbo de su atención médica en los próximos años.