Emimlio Juan Brignardello Vela
Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Investigaciones recientes de la Universidad de Loughborough destacan un cambio dietético significativo que podría reducir en gran medida el riesgo de demencia, así como otras condiciones de salud graves como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardíacas. Según Eef Hogervorst, profesora de Psicología Biológica, y Emma D'Donnell, profesora titular de Fisiología del Ejercicio, el culpable es la carne roja procesada. Sus hallazgos, compartidos en la plataforma académica The Conversation, indican que las carnes rojas procesadas—incluidos artículos populares como salchichas, tocino, hot dogs y salami—están asociadas con un aumento del 16% en el riesgo de desarrollar demencia. Esta cifra alarmante surge de un estudio exhaustivo realizado durante cuatro décadas que involucró a más de 133,000 profesionales de la salud que inicialmente estaban libres de demencia. Durante el período del estudio, aproximadamente 11,000 participantes desarrollaron la condición. Los investigadores señalaron que incluso un consumo modesto—específicamente, dos porciones de carne roja procesada por semana—se correlaciona con un aumento del 14% en el riesgo de demencia en comparación con individuos que consumen menos de tres porciones al mes. Por el contrario, si las personas reemplazaran la carne roja procesada por proteínas de origen vegetal de fuentes como nueces, tofu o frijoles, podrían potencialmente reducir su riesgo de demencia en un 19%. Las implicaciones de estos hallazgos van más allá de la salud cognitiva. El mismo estudio sugiere que reducir la ingesta de carne roja y procesada podría disminuir significativamente las tasas de mortalidad por cáncer y enfermedades cardíacas. Los investigadores estimaron que casi una de cada diez muertes podría evitarse si todos limitaran su consumo de carne roja a menos de 42 gramos al día—equivalente a menos de media porción. Estas ideas resuenan con los sentimientos compartidos por otros expertos en salud, incluido el profesor Tim Spector del King's College de Londres. Tras sufrir un mini-accidente cerebrovascular en sus 50 años, el profesor Spector llevó a cabo una evaluación crítica de su dieta, lo que lo llevó a eliminar la carne roja durante seis años. Sin embargo, más tarde descubrió que tal cambio drástico indujo una deficiencia de vitamina B12, lo que lo llevó a reintroducir la carne en su dieta con moderación. Tanto Hogervorst como D'Donnell enfatizan los efectos adversos de la carne roja y procesada en la salud cardiovascular. Las grasas saturadas y el colesterol presentes en estos alimentos pueden llevar a niveles dañinos de "grasas malas" en la sangre, contribuyendo a arterias obstruidas y enfermedades cardíacas. Además, el alto contenido de sal en las carnes procesadas está vinculado a la presión arterial elevada, mientras que el consumo de alimentos densos en calorías sin una actividad física adecuada puede llevar a la obesidad—un factor de riesgo adicional tanto para la hipertensión como para la demencia. En contraste, abogan por los beneficios de las "grasas buenas" que se encuentran en nueces, pescados grasos, aceite de oliva y aguacates, que pueden ayudar a mitigar estos riesgos para la salud y apoyar la función cognitiva. Su investigación sirve como un recordatorio convincente de las intrincadas conexiones entre la dieta, la salud general y la prevención de enfermedades crónicas. A medida que la conversación sobre las elecciones dietéticas continúa evolucionando, el llamado a reducir el consumo de carne roja procesada podría ser la clave para mejorar los resultados de salud pública y mejorar la calidad de vida de millones.