Emimlio Juan Brignardello Vela
Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las últimas semanas, la frustración del público con la industria del seguro de salud ha alcanzado un punto crítico, especialmente tras la tragedia que involucró el asesinato de un CEO de una importante aseguradora. La explosión de ira refleja un descontento más amplio con un sistema percibido como fundamentalmente roto, uno que prioriza las ganancias sobre el cuidado del paciente. Como señala Karin Payson en su carta, la rabia pública está justificada pero es errónea, ya que incidentes como este probablemente conducirán solo a un aumento de las medidas de seguridad para los ejecutivos adinerados en lugar de reformas significativas en la atención médica. A pesar de la genuina insatisfacción entre los estadounidenses respecto a la calidad y accesibilidad de la atención médica, las elecciones recientes no han traducido esa ira en acciones hacia la reforma. Los sentimientos predominantes en el electorado se han inclinado hacia el desmantelamiento de las regulaciones existentes, incluidas aquellas que protegen la cobertura para condiciones preexistentes. Obamacare, a pesar de haber proporcionado a millones un seguro de salud necesario, sigue siendo un blanco frecuente de críticas por parte de líderes políticos. El resultado es un ciclo desalentador de desconexión política, donde la mayoría de los candidatos viables evitan abogar por soluciones progresistas como la atención médica universal. El comentario de la profesional de salud mental Margarita Alonso subraya otro ángulo de esta crisis: el impacto en los profesionales de la salud. Muchos en el campo médico están cada vez más frustrados porque las limitaciones financieras del seguro de salud dominan las discusiones, restando tiempo y energía que podrían ser mejor utilizados en la atención al paciente. El deseo de Alonso de calificar para Medicare al momento de su jubilación sirve como un recordatorio contundente de cómo incluso los proveedores de salud dedicados se sienten atrapados en un sistema que parece beneficiar a todos menos a aquellos a quienes está destinado ayudar. Bruce Soloway articula el hecho de que la ira se ve agravada por el hecho de que muchos estadounidenses creen que el gobierno tiene un papel en asegurar la cobertura de salud. Las encuestas indican que una parte significativa del electorado está a favor de un programa administrado por el gobierno, sin embargo, el panorama político muestra poco impulso hacia tal iniciativa. La presencia de aseguradoras privadas, que Soloway argumenta que no añaden valor real y a menudo exacerban los temores de los pacientes respecto al acceso a la atención, continúa perpetuando un ciclo de desconfianza y ansiedad entre los ciudadanos. El conmovedor relato de Beth Troxler como enfermera escolar ilustra las implicaciones del mundo real de este sistema de salud roto. La historia de un niño asustado que teme buscar ayuda médica debido a limitaciones financieras es un desgarrador reflejo de cómo nuestro paisaje de atención médica ha fallado a los más vulnerables entre nosotros, incluidos los niños que no deberían cargar con el peso de tales preocupaciones. Las cartas en conjunto pintan un cuadro de un público que no solo está frustrado, sino también asustado: asustado de la enfermedad, asustado de las cargas financieras que conlleva y asustado de que la trayectoria actual ofrece pocas esperanzas de cambio. La ira dirigida a la industria del seguro de salud, aunque comprensible, es un síntoma de un problema mucho más grande que demanda atención. Hasta que haya un esfuerzo concertado para abordar los problemas sistémicos que plagan la atención médica en América, ya sea a través de reformas, políticas o cambios drásticos en cómo se brinda la atención, es probable que el ciclo de descontento persista. La demanda del público por responsabilidad y cambio solo crecerá a medida que las realidades de este sistema roto continúen impactando vidas en todo el país.