Emimlio Juan Brignardello Vela
Emilio Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Una digestión adecuada es crucial para nuestra salud en general, sirviendo como la base sobre la cual nuestros cuerpos generan energía, reparan tejidos y mantienen funciones inmunológicas. El proceso de digestión es intrincado, comenzando no solo en el estómago, sino mucho antes de que los alimentos lleguen a nuestra boca. Comienza con nuestras elecciones: lo que decidimos consumir afecta significativamente la eficiencia con la que nuestros cuerpos pueden extraer y utilizar nutrientes vitales. Nuestros cuerpos requieren una variedad de nutrientes, incluidos vitaminas, minerales, proteínas, grasas y carbohidratos. Cada uno de estos macronutrientes se descompone en componentes más pequeños: las proteínas producen aminoácidos, las grasas se convierten en ácidos grasos y glicerol, y los carbohidratos se descomponen en azúcares simples, que son esenciales para regular los niveles de azúcar en sangre. El papel principal del sistema digestivo es descomponer estos nutrientes en formas que puedan ser fácilmente absorbidas y utilizadas por nuestros cuerpos. Sin embargo, la salud de nuestro intestino está fuertemente influenciada por nuestras dietas. La dieta estándar norteamericana a menudo no proporciona los alimentos nutritivos y densos en nutrientes necesarios para una digestión óptima, inclinándose en cambio hacia un exceso de azúcares refinados, sal e ingredientes artificiales. Esta falta de equilibrio puede dejar a nuestros sistemas digestivos luchando para procesar estos alimentos, lo que lleva a una multitud de problemas de salud. La digestión comienza con el acto de comer en sí. La mera vista y olor de la comida desencadena una cascada de respuestas en nuestro cerebro, lo que resulta en la producción de saliva, un elemento esencial en el proceso digestivo. Este primer paso también prepara nuestros cuerpos para la descomposición mecánica y química de los alimentos. Masticar no solo ayuda a descomponer físicamente los alimentos, sino que también activa las enzimas digestivas en nuestra saliva, comenzando el proceso químico antes de que la comida llegue al estómago. Una vez que se traga, la comida viaja por el esófago y entra en el estómago, donde se mezcla con varios jugos digestivos. Esta mezcla luego se mueve al intestino delgado, donde ocurre la mayor parte de la absorción de nutrientes. Aquí, la flora intestinal—bacterias beneficiosas en nuestro tracto gastrointestinal—juegan un papel vital en asegurar una digestión efectiva. Un microbioma saludable puede verse interrumpido por malas elecciones dietéticas, como el consumo excesivo de azúcar y el uso de antibióticos, lo que puede comprometer todo el sistema digestivo. Las paredes del intestino delgado absorben la mezcla rica en nutrientes, permitiendo que los nutrientes ingresen al torrente sanguíneo, donde son transportados al hígado para su procesamiento y almacenamiento. El resto de los desechos no digeridos pasa al intestino grueso, donde se absorbe agua, transformando los desechos en forma sólida antes de ser expulsados del cuerpo. Reconocer la complejidad de este proceso destaca cuán interconectadas están nuestras elecciones dietéticas con la salud digestiva. Para promover una digestión efectiva, es esencial prestar atención a los alimentos que consumimos. Reducir la ingesta de azúcar e incorporar enzimas digestivas y probióticos puede beneficiar significativamente la salud intestinal. Alimentos ricos en probióticos como chucrut, kéfir, kombucha, miso y kimchi pueden ayudar a restaurar el equilibrio de nuestro microbioma. Claire Nielsen, coach de salud y fundadora de Elixir for Life, enfatiza que muchos problemas digestivos pueden evitarse con una dieta saludable. Priorizar los nutrientes y alimentos adecuados que apoyen la salud digestiva nos permite nutrir mejor nuestros cuerpos y mantener un funcionamiento óptimo. En un mundo donde la conveniencia a menudo supera la nutrición, es vital recordar que nuestra salud es un reflejo de las elecciones que hacemos. Al elegir el combustible adecuado, podemos mejorar nuestros sistemas digestivos y nuestro bienestar general.